LEYES DE MERCADEO.


La experiencia más divertida en este país es hacer cola en el supermercado. En especial los sábados.

Muchas familias consideran que ir al supermercado equivale a ingresar a un parque de diversiones. Para este paseo matriculan a la abuelita, a dos tías solteronas, a las tres brinconas primas de la hija menor y a un bebé que duerme en su cuna. 

Como escoltas de la familia desfilan un par de adolescentes pálidos, como surumbáticos, como idos, exhibiendo su acné juvenil y el pelo pintado de verde. ¡Qué espectáculo de feria! Los carritos recorren los pasillos repletos de productos, que se asoman por encima de su “línea de flotación”. Las señoras luchan por mantener el orden de su comitiva. Los adolescentes improvisan su mejor cara de aburridos. Y las colas en las cajas son eternas.

Lo primero que cualquier cristiano de a pie -como yo- debe aprender es que existen Leyes inmutables que gobiernan tu relación con el supermercado. Veamos algunas: Ley del desinfle de la urgencia: “Cuando entras con afán buscando un artículo urgente, ese, preciso, es el que se acaba de agotar”. Ley de la proporción inversa: “Entre menos artículos compres, más larga es la fila que tienes que padecer para pagarlos”. Ley de la asimetría: “La lista de compras que te preparó tu mujer nunca cuadra con el dinero que llevas”. Ley del recalentamiento global: “Si te envían por dos galones de helado de vainilla, la cola en la registradora es tan larga, que el helado se derretirá -antes de llegar a casa- entre la bolsa de plástico que lo contiene”.

Ley de la memoria relativa: “Si al salir del súper, está lloviendo, nevando o hace un calor de los infiernos, ese día no te acuerdas donde está parqueado tu carro”. Ley del bamboleo: “Si al entrar descubres que sólo hay un carrito disponible ¡Alerta! Ese es el que tiene las ruedas chuecas, el eje torcido y el manubrio embadurnado con una sustancia viscosa, parecida a flan de caramelo, pero que huele a sobaquina”. Ley de los encuentros cercanos del tercer tipo: “Cuando dos familias giran en diferentes órbitas, en el mismo supermercado, están condenadas a tropezarse, a cada vuelta, en los mismos pasillos”.

Ley del centavo: “Las etiquetas que terminan en .99, son las que alimentan tu ilusión de que todo está baratísimo”. Ley de la reactividad de los líquidos en estado de reposo: “Entre más larga se extienda la cola, más urgencia sientes de aligerar la vejiga”.